28 de septiembre de 2012

Pas photogénique, mais si beau

Hay lugares no fotogénicos. A veces los traiciono y les saco fotos porque hay en ellos una especie de indicio, una disposición feliz. Pero fracaso. No puedo hacerles durar la belleza. A otros, en cambio, les basta una foto para que medio mundo se les enamore. Así sucede con París, con un atardecer de al menos dos colores,  o con casi todas las playas del mundo.

Pero la belleza del resto, lo no fotogénico, demanda mucho, exige un trabajo de extracción que te absorbe y te pierde. Cuidado porque al menos tenés que pasarte una temporada en un lugar así y vivirlo. 

Pero además de vivirlo
te vive también. 

Hasta te exige que hayas nacido ahí, 
o sobre todo que una parte tuya, hasta ahí latente y tartamuda casi, 
lo haya hecho. 

Ahí nacés un poco más, pero se me hace que el prodigio es mutuo.
El lugar y tu caminarlo.
Lo vivís y te vive, te nace y lo nacés. En el lugar queda un aire raro, 
producto de la vida que exhalás, 
y así es que se escapa tu aporte.

Pero es un trabajo casi inhumano, casi tosco, una erosión rasposa de las baldosas que recorrés. 

Sólo así se van embelleciendo los barrios de casas bajas o la gambeta urbana 
de un autobús voraz y constante. 
De otro modo, sacándoles una foto por ejemplo, pasan por vulgares y monótonos. 

Así será entonces, 
es que de qué modo sacarles una foto en que se filtre el sol, 
y sus ideas de futuro que nos encaja. 
No hay modo. 
De qué modo aplastar en una foto el vaivén de los días caminados, 
llenos de palabras pateadas -shh en silencio-
y de placeres furtivos.
Menos modo todavía. 

Lo no dicho va tiñendo de a poco
el mástil, el paso cebra, 
lo que no verá tu foco.

¿Qué dispositivo definirá bien una terminal de ómnibus, su cíclica ambigüedad de alba y esperanzas rancias? 

Sentado en su piso, entre cementerios de colillas y restos de yerba, 
si parás un segundo la mente, 
se te revelan todos los caminos. 
Y los perdés después, 
y qué te creés
no hay foto que valga.

En una baldosa rota, quizás tu universo. Pero eso no lo sabe decir una foto. Tal vez, ya lo sabré o no, algo parecido pase con la gente fotogénica y la que no lo es.