17 de febrero de 2015

Niebla


¿Qué es la "niebla"? Repetir la palabra en voz alta sirve. Tiene la fonética de una negación: ni-ebla. Lo primero que niega la niebla es el diptongo escolar. Después los árboles, los postes de luz, el edificio que todos los días tenemos enfrente y el día de niebla no. Un amigo recién me pasa esto: "Un camionero testigo de los vuelos de la muerte declaró que le preguntó a un militar sobre el destino de los cadáveres que traía, y este contestó: 'Van a la niebla de ninguna parte'". Un militar que, tal vez a su pesar, se recibió de poeta. La frase es tan genial que me cuesta creer que existió. Siempre según la fonética, "ir a la niebla" es ir hacia la negación: una primera desaparición. Pero si encima vamos a la de "ninguna parte", la negación es doble y la desaparición también. Vamos a la nada de la nada. La represión militar argentina no necesitaba de poetas como este, pero sí de negar dos veces (con una no alcanzaba). A todo esto, "Noche y niebla" (Nacht und Nebel) era una ordenanza de los nazis para eliminar opositores. En las películas de terror de nuestra infancia, en los cementerios siempre era de noche. Y siempre sus tumbas estaban cubiertas de niebla. Pese a lo terrorífico, esa al menos es la muerte normal: la niebla de alguna parte, no la del Río de la Plata y sus viejos vuelos en avión. ¿Y la del Riachuelo? En la letra del tango "Niebla del Riachuelo", los barcos amarrados, que sueñan con el mar, no van a volver a zarpar. Ahí se quedan. La niebla siempre es la pesadilla de los aeropuertos y las autopistas: de sus pasajeros, especialmente. Sea de ninguna parte o de alguna, parecería que la niebla es lo inmóvil.