6 de noviembre de 2010

El Führer y el carcelero bonachón

Esta noche no me importó la vida adulta, hoy no soñé que me compraba una casa de cuatro ambientes con vista al mar. Hoy soñé con un jugador de River: Funes Mori. Ni siquiera con el Enzo o con el Burrito. No. El sueño justiciero, ese gran demócrata, ese abanderado de la igualdad, una vez más volvió a copar la parada.

Puede ser que de noche soñemos con los grandes temas de nuestro día. Puede ser que de día nos obsesione nuestra vida académica y que de noche soñemos que aprobamos un final. Puede ser que Romeo sueñe a Julieta cada vez que se pega una siestita. Puede ser que, luego de su caída, Napoleón haya sufrido mil pesadillas sobre Waterloo. Puede ser que, en sus sueños, a Cristina Kirchner se le aparezca siempre, con su cara de póker, el no positivo Julio Cobos.

Sin embargo, a los sueños también les apasiona rescatar lo marginado. Y es este el rasgo que a mí no deja de divertirme. 

Todos los días me levanto y, como todo el mundo, armo mi agenda mental. Es automático, es involuntario. En realidad nunca soy yo quien la arma. Sucede luego del despertador, cuando empiezo a salir de mis sueños, que mi mente agarra con fuerza ese timón drogado que es mi cuerpo dormido. Mi mente dice:

—Hoy te preocuparás por tu trabajo; por la tesina que tenés que escribir; por conseguir el par de zapatillas que viste en tal vidriera. 

Yo no digo nada, ni siquiera le respondo: simplemente, bajo la cabeza y obedezco.

Así transcurre cada día de mi vida: obedeciendo al Führer que llevo dentro. Este ogro despiadado, de machete y de bigote ancho, selecciona por mí dos o tres temas que deberán ser los motivos de mi día. El resto queda al margen, reprimido a bastonazos, temblando de miedo, en un rincón oscuro del inconciente. 

Finalmente, llega la noche y aparece ese carcelero bonachón que es el sueño. El sueño es un carcelero contratado por la mente para que vigile a los presos mientras ella duerme. Es un gordito copado y que toma mate, como el comisario de Hijitus. En su oficina suena siempre chamamé o cumbia santafecina. Bien entrada la noche, les dice a los temas reprimidos:

—El jefe se fue, muchachos. Sean libres, pero no hagan mucho quilombo. 

Entonces los temas reprimidos lentamente empiezan a salir de la celda, a correr en libertad. Así es como de noche soñamos con cualquier pelotudez. A mí me pasa. Hoy, por ejemplo, me desperté de este modo:

—¡Gol! ¡Gol! 

Estaba gritando un gol de Funes Mori, delantero de River. En el sueño, River ganaba 3-2 sobre la hora con dos goles de este pibe. Evidentemente, el fútbol (River) era uno de esos temas que habían estado guardados durante toda la semana, reprimidos por el Führer que llevo dentro. Es así la mente: es un juez que, luego del despertador, dictamina:

—¡Usted, "ganas de aprobar un final"!: puede salir. ¡Usted, "ganas de que River no se vaya al descenso"!: no puede salir. 

Mi última semana transcurrió entre preocupaciones serias, entre búsquedas adultas y ambiciosas. Y hoy sábado justo vengo a soñar con el fútbol. Durante la semana, no había pensado un puto segundo en Funes Mori ni en nada que se le parezca a este torpe y chiquilín delantero. Durante la semana había agachado la cabeza y obedecido.

De más está decir que un nuevo día ha arrancado, y que ya el carcelero bonachón ha lanzado la alerta:

—Vamos, chicos, vuelvan a sus lugares. De a uno, en filita india: "combo de viaje a Japón más encuentro con una geisha", "gol de Funes Mori", "cajera de supermercado", "charla de café con Cumbio y con Mex Urtizberea"... Vamos, chicos, rapidito...

Una vez más he vuelto a agachar la cabeza. Sin embargo, hace un rato mi mente se fue al supermercado chino a comprar yerba. "En quince vuelvo", me dijo mi Führer. Quince minutos: lo justo para que no me vea escribiendo esto. Probablemente nunca se entere de que, cada tanto, hasta Rogelio Funes Mori se le escapa. 

1 comentario:

  1. Führer = Superyó.
    Me conocés eh, éstas cosas me encantan.. mucha metapsicología con palabras cotidianas.
    Aplausos, Bianco.
    Lu.

    ResponderEliminar