14 de noviembre de 2010

Un tango al mango

Transcribiré una carta perteneciente a Astor Garbanzo, un bandoneonista uruguayo que, se comenta, sólo una vez cambió las notas por las palabras. 

Cuando yo era chico, me contaba mi abuela uruguaya que su padre solía frecuentar gente extraña. Mi bisabuelo Heraclio fue un tipo tanguero. Y mi abuela, pese a que el tango la aburría, siempre me repetía: "El mejor cantante de tangos, todo el mundo lo sabe, fue uruguayo: Julio Sosa. Y el segundo mejor, dicen que también". Y también, pese a que el tango la aburría, una vez me habló de Astor Garbanzo, un amigo de mi bisabuelo Heraclio.

Parece que una noche Astor le leyó a Heraclio una carta que le habían escrito. Se lo notaba herido, pero tranquilo. Después sentenció, como si conversara con Nietzsche y no con Heraclio:

—Lo que no te mata no te fortalece, gurí. Te hace poeta.

Y le entregó un papel a mi bisabuelo, que al morir se lo dejó a mi abuela, que al morir me lo dejó para que lo guardara en el cajón de mi escritorio. Parece que era una carta que él quiso escribir, pero que nunca quiso enviar. Al fin y al cabo, era sólo un poeta. Aquí la reproduzco de manera fiel; no podré transcribir los fragmentos que el amarillo tiempo borroneó.

"La vida es así: se escapa. La querés congelar, la querés hacer museo, pero la vitrina solamente está en tu mente. Tu mente, farsa de vida, vieja conservadora que no entiende de estrellas. Dura como lápida. Ella sólo cree en cemento. Pero las cosas no son como las vemos. O mejor: las cosas son como las vemos cada vez; o sea bellas, o sea turbias. Blancas y negras, las cosas no son. 

Todos los días decimos sí y todos los días decimos sí. Decir es decir sí. Vivimos un tango al mango; resulta que te agarro de la cintura y vos me estás pisando los cordones, y es trágico, y es hermoso.

(...)

Todo lo que te doy está bien, me estremece, me hace llorar. Dar me liquida, me eleva, me agota. Me quedo fascinado ante mi capacidad de dar. Hasta lo que me guardo se hace energía de alguna manera; se filtra. Es. Es. Es. (...) Voy hacia el movimiento armónico, a fuerza de darme sin darme un freno. No mente. No casa. No. 

(...)

La garganta no se hizo para la guillotina, se hizo para gritar.

(...)

Me enredé, lo sé. Y esto sólo podría ser un parco rasgueo de guitarra, esto podría ser una pandereta. Podría ser un gesto más módico, más económico, más muerto, a fuerza de decir pum, pum, pum. Pero no, es acá y es allá, es elástico, es tango exacerbado. Yo lo quise así. Me moví deslizadamente, frenéticamente; con dulzura, con gambeta de tigre. 

No puedo negar más lo que se me vuelca como efecto tardío de algún cosmos olvidado. Empujame, que esto es dominó. Me parece necesario. Ya está pasando; pasa desde siempre. No hubo momento previo al ahora. De infinitos ahoras se arma la música que se pretende vital".

Astor Garbanzo

1 comentario:

  1. Impecable leer

    "resulta que te agarro de la cintura y vos me estás pisando los cordones, y es trágico, y es hermoso"

    Mil aplausos

    M

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