29 de julio de 2010

Se la agarraron con el gris

Se la agarraron con el gris, han dicho que el gris es el color aburrido y con ello han decretado su ruina, su infamia. Justo con el gris, que es el color de los topos y de los charcos de las veredas rengas. El color que usan los días cuando tienen ganas de estar callados, el color de los ríos pesados y tranquilos. Casi se podría decir que es el color del tiempo, el gris.

Seguramente has tenido el gris en los cordones de tus zapatillas y de tu vereda. El gris te habrá ayudado a jugar a la mancha cuando estabas en la primaria. Justo con el gris se la agarraron... Qué bochorno, el gris, justo el gris que justamente decora las iglesias más altas y los mares más inquietos. Vive en esas manchas de arriba que, por contraste, le dan al celeste toda su pompa.

Ha sido todo una gran calumnia. Porque no es precisamente el rojo, no, lo que más abunda en las viejas columnas de imperios tenaces y añejos. Tampoco es el verde, jamás, quien ocupa las paredes cuando están jóvenes y desnudas. (Ojo que el verde no es sólo esperanza; también está para los papelitos más toqueteados que existen).

Gris breve, gris suspiro, gris directo, gris: raro que hayas visto antes otro color de una sola sílaba; esto no es el inglés.

Gris, eso a lo que un tablero de ajedrez, rígido y cabezón, nunca podrá acceder.

Cucharas, bombillas, mástiles: ¡todo eso! es gris. 

Justo con el gris se la agarraron. Injusto: con el gris se la agarraron. "Injustos, con el gris se la agarraron": así habría que titular esta loa.

Y finalmente, cuando hay esa luz precisa y sincera, creo que justamente es el gris quien pinta los adoquines de las calles viejas.

Se la agarraron con el gris: es tiempo de que los filósofos de la paleta apunten sus balas a otros colores, los que hasta ahora tienen coronita, los que a veces son hasta más grises que el mismo gris.

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