29 de julio de 2010

Democracia de sábanas

Viva la democracia de los sueños: debo decir que tienen un espíritu igualitario que a nuestra conciencia le falta. Es increíble la facilidad con la que a veces se burlan de nuestras prioridades más altas y selectas. 

Algunas veces, es verdad, a la noche se tienen sueños que refieren a los grandes temas que decoran nuestro día: así es como sobre un colchón vivimos situaciones de gran contenido romántico, amistoso, erótico, utópico, terrorífico. De día vivimos odiando a nuestro tío y de noche efectivamente lo asesinamos con un hacha. De día vivimos amando a la vecinita de enfrente y de noche viajamos con ella en tren o la llevamos a un hotel.

Hasta acá todo muy lógico, pero los sueños no siempre siguen las jerarquías que supimos conseguir. A veces nuestra conciencia tiene sus grandes obsesiones y con todo el candor del mundo proyecta mudarlas al país de las sábanas para ver qué pasa. Desearíamos experimentarlas y sacar una verdad nueva. Sin embargo, hasta allí no llegan Nuestras Historias porque de repente soñamos con teteras gigantes, con la última cajera de supermercado o con la compañera de facultad menos registrada. Qué importa que durante el día marginemos al 98% de las cosas que nos pasan: de noche vale todo y todo es un escándalo para el buen gusto. Luego uno se despierta y se siente traicionado. 

Los sueños son, en este sentido, el irónico exilio de la pelusa que hay en nuestro ombligo, un baúl generoso y solidario para todas las cosas sin nombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario